Agenda Setting y la propaganda

Durante este último cuarto de siglo las tecnologías de la información y la comunicación, el desarrollo de Internet y la generalización de su uso a través de los ordenadores personales y de los teléfonos móviles han desarrollado un nuevo tipo de comunicación mediada por ordenador que ha provocado una transformación en el sistema comunicativo que, a su vez, está teniendo efectos en el sistema político así como en los procesos de formación de la opinión pública [1].

A finales del siglo XX los medios de comunicación de masas eran la suma de los medios de prensa, radio y televisión. La radio y la televisión habían nacido en el periodo de entreguerras y tras la segunda guerra mundial los Estados vencedores aplicaron las técnicas de propaganda aprendidas durante la guerra a las nuevas tecnologías de comunicación de masas con fines ideológicos y políticos. Al inicio de la Guerra fría, desde 1945 a 1970, se vivió una etapa de expansión económica que repercutió en el desarrollo del sector informativo y junto al periodismo escrito se desarrolló el periodismo en la radio y la televisión.

En el contexto de la Guerra Fría, de acuerdo con algunas corrientes críticas con la función de los medios abanderadas por autores como Edward S. Herman y Noam Chomsky (1988) [2] o Guinsberg (2005) [3], estos medios de comunicación de masas se convirtieron en instituciones ideológicas efectivas y poderosas, que llevan a cabo una función propagandística de apoyo al sistema. La propaganda, generada por las élites corporativas y gubernamentales, viajaba a través de los medios de masas e influenciaba la cosmovisión de los sujetos a través de signos y mensajes masivos que a su vez tenían incidencia en el ámbito social e ideológico. En ambos bandos los medios de comunicación de masas cumplieron una función social de servicio público, convirtiéndose en grandes máquinas de propaganda.

Después de la crisis del petróleo de los setenta el negocio informativo creció y las empresas de información aumentaron su poder a través de la concentración de los medios. La caída del muro de Berlín en 1989 aceleró el proceso y muchas emisoras de radio y cadenas de televisión públicas pasaron a manos privadas concentrando todavía más el número de emisores y convirtiendo la información como un fenómeno supranacional con un claro predominio de las agencias y cadenas de televisión americanas.

Según las corrientes críticas mencionadas, la mayor concentración de los medios de comunicación de masas facilitó el control de los medios, estableciendo un sistema de propaganda cada vez más eficiente que permitía manipular a los públicos a través de la manipulación de los medios y la televisión. Según Guillermo López García (2006) [4], las características del funcionamiento de este sistema es el que pretendía analizar la denominada Teoría de la Agenda Setting, según la cual, la prensa y los medios de comunicación no reflejan la realidad, pero sí la filtran y la moldean para sus públicos. Esta teoría se fundamentaba en dos parámetros, por un lado, la idea de que para configurar la realidad cognoscible el público se basa casi exclusivamente en fuentes de información proporcionadas por medios de comunicación de masas. Por otro lado, el segundo parámetro es que el sistema de medios de comunicación de masas se caracteriza por la existencia de unos pocos medios fuertemente jerarquizados y unidireccionales, que concentran audiencias masivas y transmiten unos contenidos periodísticos estandarizados tanto en el fondo, por los temas tratados a los que se da más relevancia, como en la forma, por la manera en la que los periodistas elaboran la información.

[1] Blumler, J. G. (2001). The third age of political communication. Jounal of public affairs, 1, (3), 201-209

[2]Edward S. Herman y Noam Chomsky (1988). “Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media”

[3]Guinsberg, Enrique (2005). Control de los medios, control del hombre. Medios masivos y formación psicosocial. Plaza y Valdés Editores.

[4]Guillermo López García. Comunicación digital y líneas de fractura en el paradigma de la agenda setting. 2006: 37-58

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